sábado, 12 de junio de 2010

La carretera de las lágrimas

Haití es el país más pobre del hemisferio occidental. La malnutrición está ampliamente extendida y apenas la mitad de la población tiene acceso al agua potable. El analfabetismo y las enfermedades que genera la pobreza golpean duro.

En este entorno, unos minutos antes de las 5 de la tarde del 12 de enero de 2010, la placa tectónica del Caribe se deslizó y presionó sobre su vecina norteamericana, produciendo un terremoto de proporciones bíblicas, con el resultado de doscientos mil muertos, quinientos mil niños huérfanos, más de un millón y medio de personas sin hogar y tres millones de damnificados.


En Jimani, República Dominicana, desde donde iniciamos el camino hacia el infierno haitiano, perduran los ecos de la tragedia. Llegamos a Mal Passe, que no es propiamente un pueblo, sino una ranchería ya en territorio haitiano; luego Font Parisien, un lugar de hermoso nombre sin nada destacable; Petion Ville y, finalmente, Puerto Príncipe, tras unos 90 minutos de viaje.

Apenas se ven campos de cultivo en esta carretera de las lágrimas por donde ingresó al país una gran parte de la ayuda humanitaria. Pequeñas plantaciones de supervivencia, cocos y mangos. La ganadería, escasa, y la industria, inexistente.


El desastre sobrecoge. Han pasado cinco meses desde que el terremoto golpeara Haití con tanta saña. El paisaje es una espeluznante naturaleza muerta, desgarrada. Todo lo que veo es desolación, como si un demiurgo exterminador y loco hubiera decidido acabar de golpe con este país permanentemente fallido, en los últimos puestos del desarrollo humano.


Se percibe una miseria antigua, una población resignada a la pobreza, que sobrevive milagrosamente llorando a sus muertos, bajo unos gobernantes que se olvidaron hace mucho tiempo de los ciudadanos a los que prometieron una vida mejor durante sus ruidosas, falaces y embusteras campañas políticas.


Parece como si nadie se hubiera molestado en retirar los escombros. Un hombre se lava los antebrazos en un charco de agua estancada. Entre la basura y los edificios derruidos, se han establecido pequeños puestos aprovisionados a costa del saqueo. Venden comida, ropa y, en una ironía suprema, productos de higiene. Un desagradable hedor lo impregna todo. Por todas partes, vehículos de la ONU, cascos azules y soldados norteamericanos. Los haitianos, sentados en el suelo, miran, como espectadores de una película de terror en la que ellos mismos son los protagonistas.


No hubo avisos, ni evacuación, ni alarma. El cinismo de este siglo naciente, llenó el país de cooperantes, voluntarios y ayuda humanitaria que, en gran parte, se la tragó la corrupción, el egoísmo y los absurdos caminos de las burocracias.

Hasta el infierno se resiste a una versión figurativa del tormento de miles y miles de personas que vagan heridas, mutiladas, hambrientas, enfermas y sin sombra de remedio ni esperanza entre las ruinas de su propia carne.


Entre las ruinas de su propia nada.



IMAGEN: Miles de haitianos huyeron hacia el interior en busca de comida y seguridad. El costo del combustible se disparó y los conductores elevaron el precio de los billetes, forzando a algunos a pagar más del sueldo de tres días por un asiento.

10 comentarios:

Oscar dijo...

Felix, ¿ya que el FMI y demas "consorcios", , salvan con miles y miles de BILLONES, a Grecia, y a Haiti,con "dos moneditas"?, ¡¡¡¡que capitalismo raro hay en este mundo!!!!
Un abrazo
Oscar

FG dijo...

Oscar, a Grecia no le han salvado "el FMI y demás consorcios" sino la propia UE de la que forma parte, o sea, que todo queda en casa. Lo malo de Haiti es que, de las "dos moneditas", apenas le habrán llegado "dos centimitos" a quienes verdaderamente los necesitan. Creo que el apoyo a este país ha sido muy generoso por parte de todos. Un abrazo.
FG

Ana dijo...

Buenos días, querido Félix, desde este trópico que tan bien conoces. He leído tus dos últimos aportes al cuaderno dominicano. Gracias por dejarnos compartir tus vivencias.
Te mando un fuerte abrazo.
Ana

Ana Fischer dijo...

¡Qué hermoso y qué triste! ¡Qué bien escribes!
Un abrazo desde Atlanta

Niki McGill dijo...

Hola Félix querido...

Que tristeza lo de Haiti.... Cinco meses ya de esta terrible tragedia, y la situación de este pueblo va cayendo en la indiferencia de a poco...

Dentro de todo,es rescatable que el Banco Mundial le haya condonado la deuda, un país que tiene que comenzar de cero prácticamente....

Hay una sentencia del poeta inglés John Donne con la que empieza Hemingway su famosa obra For Whom the Bell Tolls que es más que nunca oportuna en este caso, porque el día de mañana podemos ser nosotros o cualquiera:

"Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo. Cada hombre es un fragmento del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, tanto si fuera un promontorio, como si fuera la casa de uno de tus amigos o la tuya propia: la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."


P.d.: un placer volverte a leer...

Besos...

Pascale dijo...

Un articulo lleno de emociones y … lo bien que describes las situaciones, las cosas, en fin, el mundo y sus dramas, pero también sus alegrías.

El miércoles salgo para Aruba, donde solo me quedo 4 días para un breve curso. Me hubiera gustado quedarme unos días mas para conocer a la isla pero tengo que volver para promocionar a mi libro!

Un abrazo de tu amiga,
Pascale

Natalia Rubbini dijo...

Leerte es un placer, Félix!

Lola dijo...

Pensaba que ibas a escribir una entrada cada semana, pero veo que no. Por favor, sé generoso y no nos prives de tus historias, que son todas superinteresantes.

FG dijo...

Lola! No sé quién eres, pero agradezco mucho tus palabras. No tengo una idea exacta sobre cuánto y cuándo escribir. Creo que un par de veces al mes estaría bien, salvo que haya algo extraordinario que comentar. Gracias de nuevo

nelida dijo...

Siempre leemos en las noticias la triste situación que viven estos haitianos tengo una amiga que vivió el mismo desastre en Concepción, Chile a diferencia que la situación económica de ese país ayuda de sobremanera a la recuperación de la población. Que lamentable que las autoridades no entiendan lo importante del crecimiento económico de un país.