sábado, 11 de diciembre de 2010

El quinto sabor

¿Se puede describir el sabor de una sopa de algas o de un sukiyaki o, simplemente, de la salsa de soja? Por más que una persona entrenada pueda llegar a percibir decenas de sabores distintos, todos ellos son, en realidad, combinaciones de cuatro sabores básicos: amargo, salado, agrio y dulce, del mismo modo que los colores que vemos no son sino combinaciones de tres colores elementales.

Se considera que los sabores dulce y amargo cumplen cometidos muy distintos. La función del dulce es identificar una fuente de calorías en los alimentos, mientras que el amargo ejerce como
sensor de alarma para substancias potencialmente tóxicas.

Cuando el sabor amargo se percibe con gran intensidad, puede llegar a provocar el rechazo de la comida. Por el contrario, el organismo reclamará alimentos dulces en situaciones en las que peligre el suministro energético. Esta especie de
sabiduría del paladar explica que las preferencias gustativas de un individuo pueden modificarse de acuerdo con las necesidades de su organismo, ante situaciones diferentes.

En paralelo con el incremento de popularidad de la cocina asiática, la ciencia se ha visto también impregnada de aromas orientales, al incluir entre el tradicional cuarteto –amargo, salado, agrio y dulce– un quinto elemento: el
umami. Aceptado recientemente como un nuevo sabor básico, su descubrimiento se remonta a principios del siglo XX, cuando el científico japonés Kikunae Ikeda, atraído por el sabor de las algas marinas, logró aislar la molécula responsable.

Percibir el nuevo sabor es, para quienes no lo conocen, casi tan difícil como describirlo:
“Un paladar atento –explicaba Ikeda– notará una sensación que no podrá catalogar en el marco de los cuatro sabores clásicos”.

Realmente, lo que descubrió este hombre fue el glutamato, sin cuya aportación no sería posible percibir el nuevo sabor. Distinguir el
umami requiere mucha práctica. No se trata de comprar un paquete de ajinomoto y sazonar los alimentos sin ningún control. El glutamato monosódico es un receptor gustativo que debe ser utilizado con sabiduría. Los pescados, carnes, verduras y legumbres mejoran con la adición de este producto pero, en cambio, en lácteos, cereales y postres acontece todo lo contrario.

Definitivamente, un sancocho dominicano es siempre un valor –y un sabor– seguro. Sin aditivos.



IMAGEN: Platos de la cocina oriental. La mayor parte de los datos utilizados en la entrada de hoy los he obtenido de la revista Science y de algunas páginas web relacionadas con el glutamato y la cocina.

11 comentarios:

Julian dijo...

Cuando hacemos una cata de este quinto sabor????
Saludos y que pases un gustoso fin de semana.

José María, en Dominicana dijo...

Gracias, profesor, por dejarnos participar de tu inmensa sabiduría.
Espero que las alubias de hoy tengan sabor propio e inconfundible.
!Ah! y no hay que olvidar el sexto sabor: el sabor a tí...

John Jiménez dijo...

Gracias, Félix, por darnos a conocer el nuevo sabor.
Saludos.

Pascale dijo...

Verdad que sí, que muy sabrosa y tan bien escrito, como siempre!
Llegué antes de ayer de Paraguay, donde me acordé mucho de ti!
Al final llevamos adelante la Vuelta y ha sido un éxito. A ver si repetimos el próximo año!
Un abrazo y que tengas un feliz fin de semana

Ignacio dijo...

Querido Félix, me recuerdas la quizás mítica expresión del El Gallo cuando le presentaron a Ortega y Gasset como filósofo, alguien que trababaja sobre las ideas y pensamientos y el torero dijo aquello de "hay gente pa tó", pues eso querido Félix..., muy bien escrito y gracias por ilustrarnos en un nuevo sabor del que no tenía ni pajolera idea. Un abrazo.

José Pedro Alberti dijo...

Querido Félix,
Tus entradas al cuaderno dominicano siempre me enseñan algo importante para lo que queda, y cada vez disfruto más del estilo: redacción impecable, precisa y divertida.
Por favor, sigue así.
Un abrazo.

Jorge dijo...

Venga, que nos vamos a poner morados de umami en Tailandia.

Unknown dijo...

Esto me recuerda aquellas alubias rojas de Tolosa,que nos zampamos en tu tierra cerca de Bilbao...Insuperables las alubias y el gracejo del dueño.

Un abrazo

Antonio R.M. dijo...

Muy bueno, Félix. Es un placer leerte.

FG dijo...

Las alubias que cita José María salieron divinas, con un "compango" que compré en La Sirena.
Las que recuerda Juan Manuel nos las zampamos en Leioa, donde estábamos auditando una empresa de extintores. El dueño del restaurante resultó un tipo extraordinario que nos preparó un menú como él quiso. ¡Acertó de lleno!

FG dijo...

De José Pedro recuerdo una frase impecable que me dijo a propósito de alguna actividad, en un proyecto en el que estábamos trabajando: "Por qué te empeñas en hacer las cosas fáciles pudiéndolas hacer bien complicadas".